Atalanta by Jennifer Saint

Atalanta by Jennifer Saint

autor:Jennifer Saint [Saint, Jennifer]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-11T00:00:00+00:00


Al día siguiente, el profeta ciego estaba en la costa para despedirse de nosotros.

—Ya no queda una larga distancia de navegación hasta Cólquida —anunció—. Pero sí hay aguas traicioneras de aquí al reino de Eetes, y otros peligros más. —Le tendió a Jasón una caja de madera y él la aceptó obedientemente. Vi que tenía unos agujeros pequeños en la superficie y me pregunté qué contendría—. La primera amenaza a la que os enfrentaréis son las Simplégades —indicó Fineo—. Abre la caja y deja que vuele entre ellas; si pasa sin problema al otro lado, seguidla de inmediato, no dudéis, u os veréis aplastados entre ellas. —Jasón asintió y pensé si no nos habríamos perdido más explicaciones la noche anterior. Fineo siguió dando instrucciones y cuando terminó, volvió la mirada empañada hacia mí—. Habéis perdido ya a dos compañeros —dijo—, y habrá más. Veo a un joven de extraordinaria belleza buscando agua en un estanque adorado por las ninfas. Quedaron hechizadas por su hermoso rostro y extendieron los brazos y tiraron de él para que pudiera ser de ellas.

Me acordé del cántaro abandonado junto al agua estancada. No había signos de lucha. Debió de ser silencioso y rápido.

—Él no podrá regresar nunca —prosiguió Fineo con voz suave—. Pero su amante, el que no pudo abandonarlo, tiene más tareas que completar. Esta misión nunca fue para él.

Nos invadió cierta tranquilidad al saber lo que le había sucedido a Hilas, aunque no podía ni imaginar qué clase de ninfas habrían sido, tan depredadoras, tan diferentes a las que había dejado yo en Arcadia. El mundo exterior era un lugar extraño. Estaba aprendiendo día a día lo distinto que era.

Y tal vez yo también fuera diferente. Subí a bordo del Argo y me sentí en casa. Yo, que nunca había ido más allá de los árboles de mi bosque. En días como este no añoraba mi hogar; días en los que el sol brillaba dorado y el mar resplandecía, cuando el mundo se extendía ante nosotros como un banquete. Me sentí invulnerable, como si fuera mío, como si pudiera tomarlo sin tener que afrontar consecuencia alguna por ello.



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